viernes, abril 07, 2006


UNA CARTA QUE MERECE LA PENA LEER

Querido Juan Pablo II:
Hoy 2 de abril hace un año de tu dies natalis.
Tengo un amigo que ha cambiado a hoy la celebración de su santo; se llama Juan Pablo.
En 1982 te ví por primera vez en el aeropuerto de Labacolla, en Santiago de Compostela. Allí mis padres te ofrecieron una patena fundida con el oro de los anillos de boda de varios matrimonios amigos. Más tarde me enteré de que Mons. Rouco no accedió a que subiéramos los 6 hermanos a presentarte esa ofrenda. Cuestiones de protocolo.
De nuevo en Santiago nos volvimos a ver en 1989, en la Jornada Mundial de la Juventud. Yo tenía 17 años y nunca olvidaré tus ¡buenos días! después de una noche al raso. Ese mismo año estuve en Roma y te fui a ver en varias ocasiones. También en 1991, durante la Semana Santa. Entre miles de personas siempre he tenido la certeza de estar en un encuentro muy personal entre tú y yo.
Pasaban los años y los medios de comunicación siempre me contaban tus cosas.
El 24 de agosto de 1997 te ví de nuevo en Paris, esta vez muy de cerca. Tu poder de convocatoria rompió las previsiones de los franceses. Pero entre 700.000 jóvenes peregrinos nos apañamos muy bien sin agua ni a penas comida.
Seguí creciendo a tu lado, contigo, bebiendo de tus palabras, de tu sonrisa, de tu valor, procurando no tener miedo, aunque a veces no era fácil.
Estuve de nuevo en Roma en el año 2001 y en el 2002. Tus últimos años han sido muy duros para mí, al verte tan enfermo. Pero tu tenacidad y coherencia me han ayudado en el inicio de mi madurez y quedarán tus huellas en el camino.
Me has dejado a las puertas del tercer milenio, al final de tu camino y ahora me toca a mí continuar.
En Galicia tenemos muy presentes a los que se han ido porque en realidad siguen muy cerca.
Gracias.
Pablo Varela.

1 comentario:

Alberto Portoles dijo...

Pablo: gracias. Siempre estás en línea. Accederé a lo que me dices, pero tu sigue escribiendo, que merece la pena