martes, julio 24, 2007

LA CICATRIZ


En estos días veraniegos junto a las playas o en las piscinas nos encontramos casi todos. En una de esas ocasiones apareció un amigo con una fea cicatriz. Aunque las miradas eran discretas, fue el mismo interesado el que abordó el tema hablando de cómo una operación a tiempo le había salvado la vida y el recuerdo era la poco atractiva cicatriz. Comentaba que era una pena que el médico no se hubiera esmerado más en ese detalle. Debe ser para que nunca le olvide, decía con sorna.

También aprovechando el verano se pueden atacar lecturas de clásicos juveniles que en otro momento habrían sido casi una pérdida de tiempo y allí leyendo a Roberto L. Stevenson, cuenta como una persona que ha cometido un delito “se siente conmovido hasta el alma por la mezcla de severidad y ternura de los reproches de quien le está ayudando”

Hay que estar atentos para corregir, curar, operar, pero procurando que las cicatrices sean vistosas, casi invisibles, y que la severidad esté acompañada de ternura, de esa ternura que impulsa y no humilla y macera el alma.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

!BIENVENIDO ALBERTO SE TE ECHABA DE MENOS EN LA BLOSFERA! El hacer el bien, el corregir al que no sabe, no tiene tiempo ni lugar. Siempre es buen momento para ayudar. Pero eso si, como bien dices con mano de hierro, pero con guante de terciopelo.
Las cicatrices de la vida, en ocasiones son buenas, para hacernos ver que seguimos caminando gracias a algo o a alguien. Y a su vez, son una invitacion a valorar la cosas y un recordatorio, para ayudar a los que nos rodean. Para evitarles que sufran lo que nosotros hemos sufrido.

caminante dijo...

Aloberto, Trapero, con su verbo preciso, claro, rico... se me adelantó en el tiempo. No quiero, pues, repetir, lo que él tan certeramente expresa.
Alegría brota, incontenible, en el alma cuando, quienes nos siguen, son mejores que nosotros.
Déjame que así lo diga en esta mañana entrañable de sábado veintiocho de julio. Con paz en el alma, plegaria en el corazón y cariño.
Un fotísimo abrazo.

Alberto Portoles dijo...

Trapero. Ahí estás dando en el clavo, completando, me recuerdas a las maestros pintores: los alumnos les presentan sus obras y ellos con dos o tres pinceladas las transforman. No sabes como me alegran esas palabras de que las cicatrices pueden ser buenas por eso de que nos hacen ver que seguimos caminando, que ¿es lo importante! Gracias

Alberto Portoles dijo...

Caminante, ¿qué tienes que sabes dar siempre y ademas con elegancia? Yo sé lo que tienes, mucha alegría en el corazón y mucho amor por todas partes. Si trapero da unas pinceladas, tu las completas y además pones el marco

tchi dijo...

Tienes razón: «Hay que estar atentos para corregir, curar, operar, pero procurando que las cicatrices sean vistosas, casi invisibles, y que la severidad esté acompañada de ternura, de esa ternura que impulsa y no humilla y macera el alma».

Me gustó mucho visitar tu blog.

Beso.

Alberto Portoles dijo...

tchivinguiro: muchas gracias por tu comentario, espero verte de nuevo