viernes, mayo 18, 2007

CONVERSION



Acabo de leer el relato de un converso y su posterior actividad llena de empuje y sin complejos. Tiene la frescura de la nuevo, de lo que no ha estropeado el paso del tiempo. Y por supuesto la sinceridad para hablar que no se deja aplastar por los miedos de quedar mal o no ser comprendido. No tiene reparo en afirmar con toda la fuerza de la propia vivencia que la ausencia de Dios en la vida de la persona se debe a una conducta moral torcida, a un corazón sucio, al orgullo. En este mundo nuestro tan variopinto solo tiene carta de seguridad y de credibilidad lo experimentado, el testimonio de lo vivido y en este sentido este testimonio tiene fuerza, aunque duela a muchos de los que llevados por la moda o la sencillez de la cuesta abajo se han apartado de unas creencias reales y reniegan de un Dios que les resulta incómodo.

4 comentarios:

caminante dijo...

ALBERTO: es necesario terminar comiendo bellotas, y aceptar que son bellotas. Y que en la casa paterna se comen, en mesa con mantel, manjares suculentos bajo la atenta, enternecedora, sublime mirada de un Padre que lo es todo. Esto supone ser niño y dejarse lavar a fondo. Necesario es matar el orgullo de la autocomplacencia, del regodeo enfermizo en la propia miseria.
Los conversos nos enseñan el camino.
Un fortísimo abrazo.

Alberto Portoles dijo...

Caminante, de acuerdo totalmente. Un solo matiz, hace falta tener la valentía de sinceridad y de la humildad. Pega una dirección que expresa con claridad lo que es falsear la propia realidad: http://www.youtube.com/p.swf?video_id=12Z3J1uzd0Q&eurl=http%3A//www.google.es/search%3Fsourceid%3Dnavclient-ff%26ie%3DUTF-8%26rls%3DGGGL%2CGGGL%3A2006-32%2CGGGL%3Aes%26q%3Dyoutube&iurl=http%3A//img.youtube.com/vi/12Z3J1uzd0Q/2.jpg&t=OEgsToPDskK8UMfw_wV1tZq9uo_YEnjx

Manuel de Santiago dijo...

Evidenmtemente. Es la gracia la que convierte el corazón de quien la acoge con ánimo contrito.
Un fortísimo abrazo..

Alberto Portoles dijo...

Caminante: Cada vez estoy más convencido de eso. En ocasiones me parece que se insiste mucho en la iniciativa del hombre, en la lucha, en el esfuerzo. Se puede caer en una especie de soberbia pensando que somos nosotros los que conseguimos las cosas, que nos merecemos la conversión. Después de lo que hecho me lo tiene que dar. Esa visión que lleva a una especie de "do ut des", me parece absolutamente nefasta y hasta a algunos les lleva a apartarse de Dios: he rezado, le he pedido, no me lo ha dado. Ahí te quedas. Esa visión tan pobre de Dios lleva a abandonarle y a cansarse de Él.