Me contaron de una persona que tenía previsto hacer un viaje con un grupo y que cuatro días antes "le dio un pronto" y decidió no ir. Luego lo justificó, pero el incio fue el célebre pronto. Y se acabó. ¿No es sorprendente que una persona adulta funcione a base de prontos? Pues si.
¿A quién no le ha dado un pronto alguna vez? Todos tenemos, en ocasiones, un pronto, un deseo irreprimible de hacer una cosa inmediatamente, reaccionar de un modo poco normal, pero no lo hacemos porque razonamos y aunque tenga fuerza ese sentimiento -porque es un sentimiento- la razón lo paraliza.
Pero ahora en esta época en que ser uno mismo se identifica con hacer lo que me viene en gana, hay mucho pronto que hasta se aplaude y se respeta como algo sagrado.
A veces esos prontos tienen su precio y oyes: "no sé como se me ocurrio" y hasta se desliza "si lo llego a pensar no lo hago", que es una demostración de la irracionalidad de esos prontos.
Y así somos, tenemos un caracter que necesita ser domado día a día con la razón, sino acaba destrozándonos.
3 comentarios:
La prudencia es una gran virtud. También la tenemos como Don del Espíritu Santo.
Las imprudencias -digamos los prontos- suelen pagarse caros.
Muchas gracias.Alberto.
Manolo, Gracias por comentar algo tan sustancioso.
con los prontos no vamos aningun lado; pidamos todos los dias para que el Señor nos haga prudentes a la hora de tomar decisiones.
un abrazo
Publicar un comentario