
No es mío, pero lo acabo de leer y me ha parecido tan sensato que he decidido colgarlo aquí
No se si somos conscientes de ello pero en este país cada vez se prohíbe más, se judicializa más y crecen el número de iniciativas que solicitan prohibir cosas.
Para no hacer historia e ir a lo de hace cuatro días: la Federación de Consumidores ha pedido la prohibición de una publicidad porque presentaba a las cubanas como “mulatas con bikini”.
Los médicos solicitan que se declaren películas no aptas aquellas en las que aparezca alguien fumando.
La Generalitat de Catalunya impide mediante la aplicación de la Ley de Protección de los Animales, cocer un bogavante en un escenario de teatro, y así podríamos seguir sucesivamente.
Evidentemente no tengo nada contra la Ley de Protección de los Animales. En definitiva, yo promoví y el Parlamento catalán aprobó por unanimidad hace ya bastantes años, la primera ley de España en aquel sentido.
Lo que quiero subrayar es que desde el tamaño de las hamburguesas a la aparición de señoras más o menos opulentas en los anuncios, una extraña moral se ha apoderado de esta sociedad y de quienes la gobiernan.
Es una moral rara, terriblemente asimétrica, más que ello, esquizofrénica, que ha conseguido que los adolescentes, respondiendo a encuestas, consideren mucho más grave contaminar un río, que abortar.
Algunos de los médicos que quieren censurar la imagen del fumador, aceptan, cuando no defienden, a los abortistas que han montado un gran negocio sobre esta brutalidad.
Cualquier imagen, gesto, que contraríe a la cultura dominante, debe ser censurado, pero ¡Ay! de aquellos que en nombre de la defensa del respeto, protesten por la ofensa a las creencias, ante imágenes sencillamente escandalosas donde se busca denigrar a los cristianos, a los católicos. Entonces, eres un ultracatólico, un integrista, un ser que no sabe valorar la libertad de expresión, consistente en presentar a Jesucristo rodeado de símbolos fálicos.
No puede ser que un muchacho no pueda comprar tabaco hasta los dieciocho años, pero que alcance la plena libertad jurídica para mantener relaciones sexuales con quien quiera, con independencia de la voluntad de los padres, a los catorce años.
No puede ser que este país considere mucho más grave fumarse un cigarrillo a los 17 que dos adolescentes se vayan a la cama. Una ceguera tremenda ha roto todo criterio y equilibrio en nuestro sistema de valores.
Es necesario reconstruirlo. Y eso solamente será posible si se genera una revolución moral, se produce un renacimiento espiritual y se consigue traducirlo en una renovación política.
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