
La chica me hablaba con desgana. Pero es que tenía desgana para todo. Solo pensaba en "marcas" y en divertirse -me decía-, lo demás no valía la pena. No pasaba de 15 años.
Me lo explicaba un buen amigo hace años, cuando empecé a trabajar y le manifesté mi extrañeza ante las declaraciones que me había hecho una persona sobre su vida. Me había quedado asombrado ante sus padecimientos, sus dolores, cuando aparentemente parecía un ser feliz. Entonces Enrique me dijo: “Detrás de cada hombre hay un drama”. No era pesimista, todo lo contrario, por eso me extrañó todavía más y confieso que no me lo creí.
Ahora puedo decir que si, que es verdad. Hay muchos dramas, eso sí: grandes, pequeños; grandiosos, mezquinos; auténticos y ficticios; reales e imaginarios.
A la vuelta de los años he descubierto otro tipo de drama: el de la falta de sentido, el de que está de vuelta de todo, el de que le falta ilusión. Lo peor de todo es que he lo descubierto anidado en gente con muy pocos años, con toda una vida por delante.