sábado, marzo 27, 2010

RAÍCES VIEJAS

He aprovechado esta mañana de sábado para trasplantar una Aucuba japonica que crecía en mi terraza en una maceta demasiado pequeña.
He constatado dos hechos la maceta en la que estaba viviendo se había quedado pequeña y las raíces invadían todo el espacio. El segundo ha sido que a la maceta a la que la he trasladado estaba llena de tierra y he tenido que medio vaciarla. En su momento en ella estaba plantado una Hortensia que hace dos años murió, según me dijeron. No quedaba nada de la Hortensia pero si un gran montón de raíces que han dificultado la utilización de esa tierra.
He pensado que hay muchas almas pequeñas porque no se deciden a emigrar a sitios más ricos, porque tienen miedo de complicarse la vida, de dedicar tiempo a su formación o a los demás. Con generosidad serían mucho mejores, más felices y más útiles para todos.
Segunda cuestión. Tenemos muchas raíces que vamos arrastrando con nosotros de cosas pasadas y que no son buenas ni beneficiosas, muchas veces son rencores, otras manías, otras defectos, otras cosas que no gustan a los demás. Pienso que mejor sería que nos decidiéramos a cortarlas sin pensar que son cosas nuestras que no se pueden tocar.

lunes, marzo 15, 2010

MADRE Y SARGENTO

La foto es muy expresiva. Una madraza con dos de sus hijos, con cariño y con fortaleza.Todos riéndose de una broma familiar, pero el chico se ha pasado en el comentario y la madre le levanta la mano -que no la posa en él- mientras sujeta a la niña que también se lo está pasando en grande.
Y así es el cariño auténtico, con un buen momento de fortaleza, porque es lógico. Hay que educar y siempre hay que corregir en cada caso para que se vaya aprendiendo y esto cuesta, pero es necesario. Y además no solo merma el cariño sino que lo amplía: precisamente porque quiero a una persona la corrijo siempre que haga falta y sea prudente poniendo toda una dosis de cariño y de fortaleza oportuna.

miércoles, marzo 03, 2010

40 pares de zapatos


Mi amigo Alfonso me confesaba que tenía unos cuarenta pares de zapatos, y que muchos de ellos habían sido regales de Reyes en sucesivos años. Estos mismos, que llevo ahora tienen más de 15 años. Todos los días me cambio de zapatos, así descansan ellos y descansan mis pies. Los limpio yo personalmente y los llevo a arreglar en cuanto veo que algo puede romperse.

Pienso que se pueden sacar muchas consecuencias de aquí. Las cosas duran si las cuidamos, con los amigos pasa lo mismo. Los zapatos tienen que descansar, a los amigos no hay que cansarlos, porque los queremos. Cuando el zapato tiene algo que puede romperse hay que llevarlo a arreglar enseguida. Cuando vemos que algo nuestro que molesta a un amigo hay que intentar corregirlo. Todos los amigos son pocos, los zapatos dependerá: esta es la diferencia.

Gracias Alfonso y no solo por los zapatos