miércoles, noviembre 12, 2008

COLILLAS


   No es que sea una gran calle, todo lo contrario, es un callejón que no tiene ni aceras y en el que los coches aparcan juntitos para que puedan pasar otros. Los transeuntes, que somos muchos a cualquier hora, tenemos que ir con cuidado para que los coches no se nos echen encima. Subía por él, temprano, pues todavía no eran las ocho y media de la mañana, y un coche de los aparcados tenía su puerta abierta y el conductor dentro. Tuvo que cerrarla porque bajaba otro coche y pudimos ver que el conductor estaba limpiando su cenicero, depositando todas las colillas en el suelo. Nos miramos y no sabría intepretar la mirada suya; la mía no fue, por degracia, muy agradable. Cuando bajé al mediodía por el callejón seguían en el suelo las colillas aunque muchas se habían ya desparramado.
   Con que poquitas cosas haríamos la vida más agradable a los demás y tendríamos unas ciudades más bellas. Es un contrasentido que los Ayuntamientos luchen para hacer más humanas las ciudades, eso es lo que dicen y los ciudadanos hagamos las ciudades más animales. 
   ¿Te animas a poner tu granito de arena?