miércoles, noviembre 29, 2006

Desconfianza


Estoy leyendo una novela que ha sido finalista de un glorioso Premio Literario. En la página 73, la protagonista hace una declaración de principios: para ella lograr que los nos rodean ignoren nuestros sentimientos, nuestra realidad, nos proporciona una rara sensación de seguridad ; y el desconocimiento de los sentimientos ajenos es de gran ayuda en ciertas circunstancias.
Pues sí, hay gente que vive en ese mundo suyo cerrado, que no quieren que nadie penetre en él, que ponen todo tipo de trabas para que no se conozcan los detalles más normales y nimios de su vida, que sufren cuando alguien se entera de alguna cosa suya, que contestan con evasivas a las preguntas más sencillas.
Si existe ese mundo y existen muchas personas de esas, desconfiadas y rodeadas de desconfianza que no te dejan acercarte a ellas. ¡Menos mal que existen muchas personas abiertas, receptivas, comunicativas, acogedoras!

domingo, noviembre 19, 2006

PERSISTENCIA EN LA INCOHERENCIA


En este maravilloso mundo en el que estamos viviendo nos acompañan unos personajes que se autocalifican de modernos, progresistas, avanzados y no sé cuantas cosas más que suenan muy bien, pero que a la hora de la verdad son contenidos vacíos e inconsistentes. Por ejemplo son agnósticos, humanistas (?) y tolerantes, pero realmente son ateos (?) y tremendamente intolerantes, de hecho son los representantes de un laicismo que no sólo manifiesta su aversión a todo lo religioso en la esfera que sea, sino que además se muestran violentos e intransigentes con todo aquel que se presente como creyente. Entiéndase que creyente es ser cristiano. Para ellos, todo se puede perdonar (faltaría más, siendo nosotros como somos los "humanistas" que defendemos el hombre y todo lo humano), pero no se puede tolerar que el hombre caiga tan bajo como para tener unas creencias trascendentes.

sábado, noviembre 11, 2006

NO ME MATES CON TOMATE




Pego esta carta al director de un periódico de mi ciudad porque me parece que puedes sernos útil




El debate sobre la eutanasia vuelve a estar de actualidad. Quisiera aportar un poco de luz inspirándome en la herencia humanística recibida de la cultura griega. Es sabido que las fábulas de Esopo (siglo VI antes de Cristo) transmiten una profunda sabiduría sobre la vieja condición humana.Una de ellas dice así: "En cierta ocasión un viejo que había ido a cortar leña, recorría un largo camino cargado con ella. Tras dejar la carga en el suelo a causa de la fatiga, llamó a la muerte. Cuando ésta se le apareció y le preguntó por qué la llamaba, el viejo dijo: Para que me lleves la carga. La fábula muestra que cualquiera ama la vida, aunque sea desgraciado en ella".Los psicólogos no cesan de advertirnos que no se debe tomar al pie de la letra la petición desesperada de un enfermo que solicita la muerte: lo que en realidad está reclamando es ayuda, afecto y cuidados paliativos. Si en la próxima reforma del Código Penal se llegase a despenalizar la eutanasia, nos adentraríamos en un camino peligrosísimo, ya experimentado en Holanda, donde se había asegurado que la ley dejaba todo atado y bien atado; y sin embargo, los ancianos huyen despavoridos de los hospitales de su propio país, para refugiarse en los de la vecina Alemania.Y es que en esto de matar, todo es empezar. Ya lo decía el fabulista griego, al referirse a un labrador que, obligado por el mal tiempo a permanecer en su granja sin poder salir a procurarse comida, primero se comió a sus ovejas. Como aún persistía el mal tiempo, también acabó con las cabras, En tercer lugar, y como no había ninguna mejoría, terminó por sacrificar a los bueyes de labranza. Los perros, al ver lo que hacía, se dijeron unos a otros: "Hemos de irnos de aquí, pues si el amo ni siquiera se abstuvo de los bueyes que trabajaban con él, ¿cómo nos va a perdonar la vida a nosotros? Creo que, en vez de matar a los ancianos y parapléjicos antes de tiempo, sería mejor esforzarse en descubrir el valor de su dignidad, como sugiere otra de las historietas de Esopo: "En las tierras de un labrador había un árbol que no producía fruto, sino que servía sólo de refugio a los gorriones y a las alborotadas cigarras. El labrador decidió cortarlo por estéril. Así pues, cogió el hacha y le asestó un golpe. Las cigarras y los gorriones le suplicaron que no talase su refugio, sino que lo dejase intacto, y que ellos le alegrarían con su cantos. Este, sin preocuparse de ellos en absoluto, asestó otro golpe y un tercero. Cuando hizo un hueco en el árbol encontró el panal de miel de unas abejas. Y luego de probarla, dejó el hacha y honró al árbol como si fuera sagrado y desde entonces lo cuidó".
José Manuel Castro Quinteiro